Jesús Medina: el sacrificio y el empuje para volver a correr
Una arritmia causada por los métodos para no subir de peso lo obligó a colgar la fusta hace cinco años; el regreso, a los 39 años
Foto: ignacio Sánchez |
El
15 de diciembre de 2010, la ciudad era un horno. Parecía que había
llegado antes de tiempo el verano y era todo un desafío salir a competir
bajo el sol para los caballos y los jockeys. En ese contexto, Jesús
Medina cruzó el disco del hipódromo de San Isidro en el tercer puesto a
bordo de Sound System, se sintió agotado y cuando llegó a su casa le
anunció a su mujer, Eugenia: "No corro más".
Hoy, a los 39 años, a
más de un lustro de aquella tarde, el entrerriano está otra vez en
carrera. Sabe que aquella decisión fue inevitable, vital para su salud.
También resultó una enseñanza para la oportunidad de volver a calzarse
los breeches y la chaquetilla. "Tomaba pastillas para adelgazar porque
me costaba mantenerme en peso y eso me provocó una arritmia. Los médicos
no sabían nada, pero me hicieron estudios y tuve que dejar el
tratamiento. Fue una macana y casi no la cuento", recuerda este padre de
dos mujeres y tres varones. Enseguida tomó conciencia de la gravedad de
la automedicación, desechó todos los comprimidos y pensó en un pet
shop, un plan B para su vida laboral, lejos de los caballos y cerca de
su casa, en San Miguel.
La balanza es para los jinetes como el
espejo para las modelos. El paso del tiempo requiere mayores sacrificios
para conservarse en forma. Salirse de esa ruta hace perder el rumbo.
Nada en lo que Jesús fuera a pensar a los 9 años, cuando su físico
pequeño era ideal para apilarse en petisos en competencias que se hacían
en campos de Gualeguaychú, donde se crió y volvió a sentir el gusto por
las carreras, en noviembre pasado.
Medina llegó a pesar 74 kilos.
La cría y venta de perros le permitían llenar la heladera, pero no le
colmaban el apetito profesional. "Fueron más de cuatro años sin andar a
caballo. Estaba muy triste. Mi papá, Pedro, que es entrenador y nunca me
había dicho nada de ningún triunfo mío, me decía que si yo no era
jockey no tenía sentido para él ver carreras. Yo soñaba todas las noches
que corría", confiesa, apesadumbrado, como si las imágenes de aquellas
madrugadas se mantuvieran despiertas.
"Una mañana me levanté, casi
exaltado después de otro de esos sueños, y le dije a mi mujer que iba a
volver a correr. Me miró y se rió; no me creyó. Empecé a ir a trotar, a
cuidarme en las comidas, y cuando estaba en 61 kilos volví a arrimarme a
un hipódromo", profundiza el jinete. En el paso siguiente se
involucraron su amigo y ex jockey Marcelo Ruiz, el entrenador Rubén
Quiroga, el peón Ezequiel Garzón y Héctor Ruiz, que armaron una cadena
de alertas. "Ruiz le avisó al cuidador que yo estaba en peso otra vez,
Ezequiel preparó dos caballos en Gualeguaychú y Héctor hizo fuerza para
que también los corriera días después en Villaguay", revela. Uno ganó y
fue el gancho definitivo para la vuelta. "Al otro día empecé a ir a
montar allá. No importaba que tuviera dos horas de viaje desde casa",
subraya. Era el tiempo de recorrer en auto el camino que de chico hacía
en ómnibus, mientras leía las páginas deportivas de los diarios,
motivado especialmente por tener noticias de Chacarita Juniors.
"Ahora
en Gualeguaychú no están corriendo. El hipódromo quedó mal después de
un recital del Indio Solari, pero al menos se sigue pudiendo entrenar",
señala. De todos modos, volvió a encontrar apoyo aprontando caballos de
los entrenadores Carly Etchechoury y Miguel Cafere. Las ofertas para
montar seguido en San Isidro, en Palermo y en La Plata se repiten con
ellos y con gente del interior del país que lo convoca. Ya logró varios
festejos desde su vuelta. "Ahora tengo conducta. Ningún día dejo de
trotar, hace más de un mes que no como pan ni una milanesa con papas
fritas ni tallarines con estofado... ¡Hay que hacer el sacrificio! Los
triunfos, la constancia y la confianza permitirán que lleguen más y
mejores oportunidades", sostiene. El mensaje transmite una enseñanza a
los más chicos, cada vez más rebeldes en la sociedad y en la profesión.
Medina
nunca pasó tanto tiempo fuera de las pistas. Los jockeys saben que
pueden quedar al margen por lesiones o suspensiones. Ninguno quiere
imaginar ese día en el que ceden en su lucha contra el peso. Jesús ha
sufrido fracturas de tibia y peroné, en 1998, y de brazo y mano, en
2007, éstas en serie, luego de superar una pubalgia. Gajes del oficio.
"Ya
no me planteo demasiados objetivos. Espero poder correr unos 4 o 5 años
más. Que haya trabajo. Hace unos meses estaba en 74 kilos y volver a
correr es una sensación inexplicable. Ésa es la carrera más importante
de mi vida y ya la gané", asegura. Su perseverancia y el tiempo dirán
hasta dónde le saca el jugo a esta nueva oportunidad..
By: Constanza Pulgar - De Turf Un Poco
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