ARTICULO, Por JAVIER CHA
Estimados amigos,
Comparto con ustedes este artículo sobre la
industria hípica en uruguay.
Desde ya, muchas gracias por vuestra amable
atención.
Con mis mejores saludos
JAVIER CHA
Dirección
General de Casinos.
LA INDUSTRIA HÍPICA EN EL URUGUAY
El Uruguay, desde sus inicios y a lo
largo de toda su historia, ha vivido una trayectoria marcada por una singular y
estrecha relación con el animal más influyente y representativo de su cultura
nacional: el caballo.
Para los uruguayos, el caballo es
sinónimo de nobleza, belleza, orgullo, sacrificio y lealtad, ingredientes de
una unión forjada en los episodios más representativos de nuestra historia, así
como en la cotidianeidad del trabajo y la calidez de su compañía y fidelidad.
Entre los países que poseen mayor
población de caballos en el mundo, se cuentan Estados Unidos (USA), China y
México, seguidos por Brasil y Argentina. Uruguay se ubica en el puesto número 21 en ese listado, con algo más de
425 mil cabezas en su territorio, pero es un destacado finalista en otro
ranking mundial, ocupa el segundo lugar en la relación entre cantidad de
habitantes y cantidad de caballos. Para nuestro orgullo, tenemos apenas 8
habitantes por cada caballo, solo superados por Mongolia, el inobjetable
campeón gracias a su formidable empate de un habitante y un caballo.
En nuestro país, el conjunto de las
actividades que tienen como centro al caballo, movilizan recursos que
anualmente superan los 340 millones de dólares. Pero sólo la industria hípica,
entendida como todo aquello que concierne a la cadena productiva del caballo
pura sangre de carreras y su sistema de competencias, alcanza por sí misma y
con facilidad, los 120 millones de dólares al año, contando con un parque caballar
que no supera los 11.000 ejemplares.
EL PURA
SANGRE DE CARRERAS. UN GRAN AMIGO.
El caballo pura sangre de carreras es
un superdotado para su especie, se le conoce como el fórmula uno de los
caballos por su enorme capacidad corredora. Como producto terminado, es el que
posee mayor valor agregado por lejos, si se le compara con el resto de los
animales que componen la producción tradicional de nuestro país y ni hablar,
con respecto a los diferentes productos de la agricultura.
El Uruguay posee condiciones
naturales excepcionales para la producción del pura sangre, además de
destacados profesionales, insumos de excelente calidad y la mejor mano de obra
de la región para servir al desarrollo de esta industria. Como ya lo han
confirmado dos censos realizados en el sector, constituye un sistema de gran impacto
y derrame social.
La industria hípica y el conjunto de
actividades de su cadena productiva, generan cerca de ocho mil empleos
directos, acompañados por otros ocho mil indirectos. Son una gran cantidad
empleos si se le compara con cualquier otra industria y con una enorme distancia
sobre otras actividades productivas relacionada con animales.
Si contabilizamos los núcleos
familiares correspondientes, los involucrados conforman un colectivo cercano a
las cincuenta mil personas que se hallan vinculadas a las distintas etapas de
la producción y el training de caballos de carreras. Un universo de
profesiones, oficios, estratos socio económicos y empleos, que constituye una
oportunidad de primer orden para muchos ciudadanos, pero en especial, un
espacio de inserción primario para los más humildes y menos calificados.
IGNORANCIA Y
DON PREJUICIO, DEFINEN UNA MALA CARRERA.
Habiendo leído lo anterior, cualquier
persona que no conozca al Uruguay, podría imaginar al caballo como un verdadero
estandarte de nuestra identificación internacional, con una presencia
avasallante en el imaginario colectivo de nuestra sociedad, tal como sucede en
Irlanda o en Kentucky. Podría imaginar una industria con un fuerte desarrollo y
muy amplio respaldo institucional como ocurre en Francia o en Estados Unidos y
que los hipódromos y las carreras de caballos deberían gozar de buena
reputación y aprobación generalizada.
Pero bastaría una sola visita, para verificar
que la realidad está bastante lejos de lo imaginado. La aprobación general y el
respaldo institucional del sector, es menor al que su importancia merece. El
caballo no es nuestro principal estandarte en el exterior, tampoco posee un
fuerte posicionamiento general y su imagen pública, con frecuencia se ve opacada
por una bruma de subestimación y prejuicios.
Injustamente, la imagen de las
carreras de caballos y de los Hipódromos, aparece ubicada en la franja de
desconfianzas de la opinión de un sector de la sociedad y se halla reducida a
una caricatura en la que sólo se ven apuestas, vicios, frivolidades, fraudes o
malas costumbres.
Para un espacio de opinión que no
conoce la importancia económica de la actividad hípica, que no percibe ni
comprende su dimensión industrial y mucho menos aún, el impacto social que la
misma posee, “eso de las carreras de caballos”, no es una actividad digna de
ser promovida.
No debería resultar extraño, si en la
cúspide de nuestras instituciones, en la clase política y en sus partidos, gran
parte de sus miembros ignoran las principales características de la actividad. Abundan
sí, quienes se quedan afónicos declamando a favor de otras industrias y de sus
trabajadores, o a favor de otras actividades agropecuarias.
Pero, salvo en casos contados con los
dedos de una mano, la industria hípica no aparece en el libreto de tantos
discursos comprometidos con la producción y el empleo. Por el contrario, cuando
llega el momento de reducir el gasto y se abre el concurso de ocurrencias oportunistas
para recortes intrascendentes, surgen voces que, así nomás y al boleo, hablan
de disminuir o quitar estímulos a la hípica.
Aunque parezca poco concebible, aún
existen dirigentes políticos que siguen pensando en la hípica nacional y en
nuestros hipódromos, como un asunto de timba, carreritas y postales tangueras decadentes,
o sea, un entorno y una manifestación social poco valiosa, a la que no vale la
pena dedicarle reflexiones políticas profundas.
Lo que en Estados Unidos y Europa representa
una industria gigante de miles de millones de dólares o euros, que genera
millones de empleos, es centro de convocatoria turística universal y escenario
predilecto para el glamur de los sectores sociales más refinados y exigentes, aquí
sin embargo y salvo los 6 de enero, es desconsiderado por muchos como un
terreno fangoso, donde chapotean viejos timberos, vagos, paisanos viciosos o avivados
de pobre calaña.
El subdesarrollo a veces, proviene de
la ignorancia o prejuicios de la sociedad acerca de las realidades y
posibilidades productivas que algunas actividades del propio país poseen, de la
dimensión económica, del impacto social y fundamentalmente, del valor agregado
y el potencial que pueden ofrecerle al desarrollo nacional.
Así las cosas, está muy claro que la
Hípica uruguaya necesita urgente y desesperadamente un gran plan de marketing y
comunicación, que le diga al país y a toda su gente, qué es, cómo es y que
impregne la memoria colectiva de nuestra sociedad con sus datos, su importancia
y potencialidad.
Es cierto que en los últimos años
hemos mejorado, pero es evidente que estamos lejos de dar a conocer y ubicar a
la industria hípica en el lugar y el prestigio que le corresponde. Y está más
que claro que las organizaciones sociales que fomentan la actividad son débiles
y cuentan con muy escasa capacidad para informar y comunicar las virtudes de la
industria hípica al resto de la sociedad.
Igualmente, creo que todos deberíamos
tomar esto como el principal desafío de trabajo conjunto y desarrollarlo cuanto
antes. Porque si en las reuniones más importantes de nuestro principal
hipódromo, en los grandes premios clásicos de la hípica uruguaya, vamos a resignarnos
a que el principal factor convocante sea el grupo musical de turno antes que la
propia carrera de caballos, entonces vamos a resignarnos a exhibir
sistemáticamente nuestro propio fracaso.
LA PROCESIÓN
TAMBIÉN VA POR DENTRO
Dicen que la peor puñalada es la que proviene
de casa. Lo que sigue no es tan hiriente pero sí muy ridículo. Al interior de
la actividad, hay quienes reproducen un mensaje que lastima su propia imagen.
Como mala semilla, en el turf existe un microclima negativo, que propala una
visión perversa de la actividad. Será quizás el muñeco autodestructivo que
todos llevamos dentro, para el cual todo es obra de la conspiración, la
maniobra, la influencia, el acomodo, el doping, el engaño, el bombo, platillo y
redoblante.
El resultado es nefasto y cantado, si
los propios miembros entienden que participan de una basura, entonces quién en
su sano juicio querría ingresar allí? Es sin dudas, el camino más directo y
estúpido hacia el aislamiento y la pobreza.
Por otra parte, si la empresa
concesionaria de los dos principales hipódromos, no posee vocación y
orientación comercial en el manejo de los mismos, no asume su absoluta responsabilidad
de poner en práctica un plan de desarrollo de apuestas hípicas como objetivo
estratégico, través de todos sus canales comerciales, entonces estamos muy
lejos de tener una visión adecuada a la altura del desarrollo de la hípica
uruguaya.
Peor aún, si tenemos que resignarnos
a que el principal canal de venta, las agencias hípicas o de simulcasting,
tengan una presencia cada vez más disminuida y menos atractiva en Montevideo, o
directamente el estado calamitoso y tugurizado que poseen buena parte de las
que se hallan en el interior del país, entonces directamente estamos dañando y degradando
la propia imagen de Maroñas y de la industria que lidera.
Pero para alegría de todos, también
existen señales positivas. La Asociación de Entrenadores está trabajando
fuertemente por la reconstrucción de su sede social, con una serie de nuevas
ideas que apoyamos calurosamente. Aprobar e imponer un Código de Ética para
todos sus integrantes que permita apartar la paja del trigo, desterrando
conductas profesionales que mancillen a la propia profesión, será sin dudas un paso
fundamental para el futuro de la institución.
UNA GRAN
OPORTUNIDAD HÍPICA.
A partir de la recuperación del
Hipódromo Nacional de Maroñas (2003), el principal escenario hípico de nuestro
país y de nivel internacional, el Estado ha dispuesto un conjunto de incentivos
y estímulos significativos para dinamizar la actividad y fortalecerla, a través
de sus principales motores de propulsión: los hipódromos oficiales. En efecto, hoy
se cuenta con un sistema integrado nacional compuesto por cinco hipódromos que
permite un calendario anual consolidado, con un número de competencias creciente,
que propone parámetros de mercado mucho más claros y estimulantes.
Paralelamente, el Poder Ejecutivo
oportunamente resolvió aumentar el conjunto de recursos que se disponen para
fortalecer la bolsa de premios anual de cada hipódromo, que representa el más
poderoso estímulo para la actividad del conjunto de la cadena productiva, así
como bonificaciones e incentivos.
Hoy tenemos claramente presentado y
abierto frente a nosotros, un escenario de oportunidades para la industria hípica
uruguaya, cuyo aprovechamiento necesariamente implica adoptar definiciones y asumir
cambios. Pero fundamentalmente, exige continuar y aumentar el impulso, consolidar
los estímulos y fortalecer nuestra cooperación mutua.
Es la
oportunidad para desarrollar y consolidar un fuerte salto de calidad. Un salto en calidad
imprescindible que se viene desarrollando por parte de los establecimientos más
dinámicos y emprendedores, a partir de una importante adquisición de yeguas
madres de muy buenas sangres en el exterior. Ése es un muy buen camino a seguir
y profundizar, aprovechando con fuerza las oportunidades de precios hoy
existentes en los países vecinos.
Es la
oportunidad de profundizar la intensividad en la producción. Es el momento de mejorar
en todo lo posible la calidad material y profesional de nuestra estructura de
trabajo y de todo el proceso productivo, garantizando en la crianza un resultado
final de mejor constitución, salud y desarrollo.
La
oportunidad de unirnos y consolidar un proyecto que permita abrir nuevos
mercados y exportar. Es el momento de coordinar y conjuntar esfuerzos entre las
organizaciones del turf y el Estado, para elaborar y ejecutar una política
agresiva de propaganda y de obtención de acuerdos comerciales con países del
Medio y Lejano Oriente, para la exportación de caballos pura sangre de
carreras.
Es la
oportunidad histórica de dar un gran salto en el reconocimiento social de
nuestra actividad, aventando los prejuicios políticos y sociales, eliminando los
negativismos y las tonterías, para abrirle paso a la gran industria hípica del
Uruguay que es necesario desarrollar entre todos, para el mejor orgullo de nuestra
producción y para el mejor prestigio y futuro del Uruguay.
Es la gran
oportunidad para decirle a los uruguayos, especialmente a aquellos que tienen
mayor poder adquisitivo y mejor realidad económica, que comprar y tener caballos de
carreras, es definitivamente una inversión mucho más noble y positiva para el
país y su gente, que cambiar el auto a cada rato, hacer de nuevo el viaje a Estados
Unidos o Europa que ya se hizo, o comprar un yate para navegar tres veces al
año.
Es mucho mejor, disfrutar en familia
de la hermosura, la generosidad y la nobleza de este fantástico animal y de la
enorme emoción de verlo correr, desde la convicción y la satisfacción
espiritual, que además con ello, se está beneficiando y favoreciendo al trabajo
de otros uruguayos que mucho lo necesitan.
Javier Cha
Dirección General de Casinos
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