miércoles, 28 de febrero de 2018

Caballo, el mejor compañero del hombre

 

caballos


Salvo el perro, ningún ser significa tanto para el hombre como el caballo. Nuestra historia está más íntimamente ligada a él que a cualquier otro animal, el caballo ha influenciado tan profundamente la vida humana, hasta el punto de que el hombre se describe a si mismo en términos, como caballeroso o caballero, que atestiguan esta antigua y estrecha relación.

Los caballos han impreso a la historia del mundo un ritmo ininterrumpido, el rostro del mundo que conocemos hoy ha sido diseñado por los pueblos caballeros, nuestra historia está escrita en los pasos de los caballos. Antes de su encuentro con el hombre, el caballo ha experimentado una larga evolución cuyas etapas fueron más numerosas que las del hombre.

Las primeras huellas de la existencia del caballo se remontan a la época en que los grandes reptiles se sumían en los cenagales cretáceos de la Edad Media Geológica y en los que aparecieron los primeros mamíferos. 120 millones de años después de la existencia de los mamíferos surge una criatura del tamaño de una zorra ( con una altura entre 25 y 45 centímetros en la cruz), de cuatro dedos en los miembros anteriores y tres en los posteriores y con una dentición propia del frugívoro, a la cual la ciencia le ha dado el nombre de eohippus, al caballo del periodo eocénico, en la segunda época de la era terciaria, unos 58 millones de años antes de Cristo.

Los trastornos climáticos implicaron una evolución gradual del eohippus, fue obligado a adaptarse a las transformaciones del medio ambiente y al descenso progresivo de las temperaturas a lo largo del periodo terciario. Los miembros del animal crecieron, su dentición se alargó adaptándose al pasto de que debía nutrirse; a media que se endurecía el suelo, sus dedos laterales se atrofiaron y el centro creció y se reforzó.

En el transcurso de migraciones considerables, estos animales poblaron los continentes de Europa, Asia y América, unidos aún entre sí, salvo América del sur, En América del norte sus descendientes experimentaron una transformación gradual que dio lugar al equus actual, algunas de las especies intermedias migraron a otros continentes; finalmente, la primera glaciación, hizo desaparecer el equus de América del norte. La vida del caballo salvaje fue una huida perpetua, perseguido por depredadores, su único recurso era la velocidad.

Se ignora la época exacta en que tuvo lugar su primer encuentro con el hombre, se sitúa probablemente en la era diluviana; no se conoce donde y cuando fue domesticado el primer caballo, quizás fue en Asia, en la época en que las corrientes del periodo glaciar se secaban. Apenas el hombre domesticó al caballo, decidió el número de animales de sus rebaños por reproducción controlada y los fue llevando a pastos elegidos por él. Los caballos salvajes, los verdaderos caballos primitivos, tenían un color que iba del gris ratón al café con leche.

El caballo actual, el Eqqus cabllus doméstico, presenta cuatro pelajes simples, de un solo color: negro, blanco, alazán y tordillo; tiene casco que corresponde al dedo medio y belfos poderosos para recoger

el alimento. En todas las partes del mundo se crían caballos, su distribución no conoce fronteras políticas, es únicamente función del clima y de las condiciones de vida.

En algunos países, han perdido importancia los servicios que prestan a los hombres, y los objetivos de

la cría y el empleo de los caballos han evolucionado en consecuencia, ahora más que de carga y guerrero que todavía los hay, los caballos son de exhibición, carreras y salto.

En nuestros días la familia de los caballos y sus innumerables ramificaciones cubren toda la superficie de la Tierra.

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By: Constanza Pulgar - De Turf Un Poco



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